A MIS AMIGOS PROGRESISTAS “ENCHUFADOS” EN EL GOBIERNO Y LA PERSPECTIVA DE UN DESPERDICIO HISTÓRICO
Por: Máximo Noriega Rodríguez
No hay peor enemigo para un militante de izquierda, que otro militante de izquierda. La falta de solidaridad y los ataques internos, como el vivido en las pasadas elecciones en el Atlántico a manos de infiltrados perversos que, boicotearon el proceso para facilitar que los de siempre ganaran en cuerpos ajenos, demuestran que los peores adversarios de la izquierda están en la izquierda misma al permitir la utilización de los procesos de izquierda para fortalecer el resurgimiento de la decadente derecha y sus representantes; y eso da al traste con cualquier proceso democrático y cualquier gobierno en la aspiración de realizar cambios estructurales, porque desde dentro lo impiden, desde la comodidad de los cargos que ocupan.
El temor de que el primer Gobierno del Cambio termine en un desperdicio histórico ronda en la calle, no por falta de liderazgo y dirección del presidente Petro, sino por un grupo de “enchufados” que -miedosos a perder su pedacito de poder y burocracia- dañan el proceso desde la inacción, el ataque al otro y el desconocimiento de las luchas históricas de los demás. Es necesario que esos “enchufados” por fin miren el proyecto estratégico. Se necesita una mirada más amplia, que se aproveche el poder de la institucionalidad para intentar confeccionar las bases de una sociedad democrática, progresista y con principios sociales para el futuro inmediato; en ese intento no debemos desfallecer.
Esta es la oportunidad de sembrar las bases de una nueva sociedad. Es la hora de la construcción de poder popular y de hacer realidad el gobierno del pueblo. Hoy no lo hay, a pesar de tener toda esa institucionalidad se está dilapidando la oportunidad histórica, porque pareciera que sólo el esfuerzo es del presidente mientras los miembros del equipo de gobierno están alejados de nutrir la legitimidad que solo nos brinda el pueblo.
Ya hay varios territorios donde los alternativos fueron poder, como Nariño y Barranquilla, pero que fueron dilapidados por la inacción y la complicidad de algunos con la derecha que recuperó el poder. En Barranquilla, los Char se apoderaron del escenario político de la ciudad porque varios miembros de movimientos alternativos ayudaron a elegir como alcalde a Alex Char, quien lleva 22 años reinando con una izquierda arrinconada y anulada que muy poco se convoca así misma y que los espacios de formación a través de escuelas democráticas, son simples retoricas del discurso. La izquierda en el Atlántico -como algunos otros en el resto del país- no se atreve a enfrentar directamente a la derecha, pero sí a cuestionar a sus propios compañeros. Lo mismo sucedió en Bogotá, donde se ganó la alcaldía con un gran esfuerzo histórico, en la que llegamos con 8 concejales progresistas, pero después de dirigir una ciudad con un presupuesto billonario y con una administración de una veintena de entidades con casi 70 mil funcionarios, todo el poder se esfumó y a nivel de representación política en el Concejo, terminamos en el subsiguiente periodo sin alcaldía, sin diputación en Cundinamarca y con un solo concejal en Bogotá y lo peor los negociantes de la derecha disfrazados de centristas, que nos tumbaron el metro subterráneo, fortalecieron sus negocios y después de tres periodos constitucionales, no hemos podido recuperar los espacios perdidos, ni siquiera en el primer año del gobierno del cambio (2023) pudimos recuperar a Bogotá y otras ciudades, ni siquiera fuimos capaces de escoger ediles en muchas ciudades, porque la izquierda tradicional, se entregó a la derecha, permitiendo que ganaran casi todo a nivel regional.
En esta ocasión podemos estar ante un escenario similar, incluso peor aún, por las grandes dimensiones en lo que se espera del gobierno en ese imaginario de las necesidades de la población; si no empezamos a construir los lazos de solidaridad, o lo que Carlos Pizarro llamó la cadena de afectos, que Petro trató de materializar como política del amor, y de la que hoy no se ve nada en algunos ministerios.
La izquierda en el gobierno no está haciendo la tarea estratégica y los “enchufados”, por el contrario, tratan de marginar e invisibilizar a quienes no están en el Gobierno. Obsérvese, por ejemplo, el caso de la Gobernación del Magdalena que es la única alternativa y a la cual, desde el Gobierno del Cambio, en ministerios y superintendencias, se le trata como si fuera la administración enemiga. El Gobierno del Cambio no ayuda al Magdalena, a pesar de que Fuerza Ciudadana, Carlos Caicedo y el actual Gobernador Rafael Martínez siendo candidato al senado, apoyaron a Petro decididamente y ayudaron a elegirlo presidente y hoy ese apoyo continúa.
Algunos funcionarios del Gobierno del Cambio apoyan más al alcalde de Santa Marta, denunciado por presuntos vínculos con paramilitares que, al gobierno alternativo, lo que es un despropósito en un gobierno que coherentemente debe apoyar a sus aliados, eso si realmente están en la construcción de un gobierno del pueblo y para el pueblo. Que no les gusta el estilo de Caicedo o de Rafa, dicen algunos olvidando que no es problema de estilo sino de la profundidad y la coherencia en el compromiso de avanzar en el proyecto estratégico mismo, lo que crea la identidad.
No es posible que nos convoquen solo para las marchas, como la del 19 de septiembre, o a la asamblea popular del 14 y 15 en la que efectivamente vamos a participar, como si nosotros los aliados de izquierda solamente marcháramos y no nos invitan a la construcción de poder popular. No se trata de burocracia, como creen los superficiales de la izquierda “enchufada”, sino de aliados que desde el gobierno participen en la construcción de poder popular y del gobierno para pueblo. Tanto luchar por esto y ahora unos cuántos desperdician lo que a otros tanto nos costó.
Les invitamos a construir el Frente Unido para el 2026, un proyecto con identidad muy distinto al frente amplio politiquero que en el pasado reciente permitió la infiltración de indeseables de derecha en el Gobierno del Cambio con los resultados que ya conocemos. Si no corregimos el rumbo, podríamos asistir a las honras fúnebres de un proyecto con el que soñamos y al que le entregamos nuestra juventud.